viernes, 29 de enero de 2016

Rubén Darío.

Y vuelves; y yo tan sola como siempre en esta cárcel sin salida.
Sin notar mi existencia; como se siente un pájaro la última vez que mueve las alas en un mundo vacío.
La roca que poco a poco se desgasta, de la erosión que por la lluvia ha sufrido; y sí, es una metáfora, de llanto frío en día helado con nieve en los bolsillos.

Recuerdo que ahora mismo no recuerdas lo mucho que recordaste haberme querido.
Que la ilusión poco a poco se apaga y el árbol se ha podrido. Y ojalá y volviera a ser regado.

Siento... vacío, y no en el ombligo. De hecho no sé qué tienen que ver los pulmones; pero te echan tanto de menos, que a veces caen el el olvido y hacen amagos de sustos que me dan un castigo intermitente en forma de aire perdido.

Necesito volver a sentir la emoción de abrir un nuevo libro con complejo de persona a rastras por el suelo y avión directo al sitio donde nos conocimos; mítico lugar en paraíso perdido.

Acaban de morir tres flores, y una de ellas no era precisamente un lirio... Melancolía, monotonía y fuerzas en el camino. Pero esto no son núcleos de sujetos, ni adornos de árboles bonitos.

Me miras a los ojos, y ya sabes... No he vuelto a abrirlos.


El título de esta entrada tiene su origen en pensar en recuerdos mientras estás estudiando literatura. Espero que se entienda. Gracias por leerme.

1 comentario:

  1. Impresionante texto joder eres increíble, me has dejado impresionada con estas metáforas, que melancólico pero a la vez precioso. No dejes de escribir lo que sientes en todo momento.
    Te quiero mucho. <3

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