sábado, 29 de octubre de 2016

15 guerras en marzo.

Hoy es un todo, y no me refiero precisamente a la canción de Pereza.

Finales de octubre huelen a otoño, a frío, a color marrón, a castañas; y a despedidas.
Hoy te pienso, haciendo mapas mentales con dirección a las respuestas a muchos porqués. Pienso que ningún camino lleva a alguna parte cuando te pierdes en el primer pasillo a la izquierda.
Que iba a verte, y parecía obligada y lo primero que hacía al llegar era buscarte, y sonreír al encontrarte; y mirar mal a cada persona que mientras andaba por el pasillo te miraba mal a ti.
Y para qué mentir, echo de menos que me cuentes la misma historia todos los domingos, que me dijeses qué has comido y que me relatases la historia de tu cicatriz en la rodilla.
Que llegaba y me faltaba tiempo para volver a irme, y ahora, me gustaría volver.
Que tenías los ojos claros, y raras veces mirabas directamente al que tenías enfrente, pero que quedarte hipnotizado mirando a un punto fijo era tu especialidad.
Que la felicidad estaba dentro de los dulces, y en el primer bocado de una magdalena; y que tenías la personalidad suficiente como para cambiarle el nombre a la pizza y empezarte a reír.

Que andabas siempre arrastrando los pies, porque te gustaban los zapatos grandes.  Y tus camisas viejas siempre harán de ambientador para ese armario tan bonito.
Que ya no voy a ser igual de grande que la que tú llamabas mi segunda madre, porque la superé hace tiempo y tú no pudiste verlo.
Que dicen que tengo los ojos de la que fue el amor de tu vida, y que por desgracia no conocí.
Que odio haber sido tan demonio contigo y desear tu partida en un arrebato de rabia, que tú no tenías la culpa, y fui tonta de mí.
Que me merezco todo lo malo por ti, y la base soy yo misma; y que me merezco que me quieran tan mal como yo a ti.
Que recuerdo perfectamente ese jueves a las 17:30, esa llamada poco esperada.
Que cuando dijiste que lo sabías, que alguien había pagado tu billete, no te creí y fue así.
Y que yo perdí el tren a tu despedida por quedarme quieta sin pensar en la importancia del último adiós, de la última visita a una persona (a ti).
Que contigo todo lo hice mal y me arrepentiré toda mi vida; que lo siento.
Que a ti te gustaba dar voces, pero eras rey del silencio, y siento por ello haber escuchado música aquel jueves y aquel viernes de negro tan frío...
Pero lo necesitaba, aunque en el viaje de vuelta no se escuchase ni un grillo.
Que siento haber sido así, y de haber mirado al cielo en lugar de explotar del brazo de tu otra niña...

Que no creo creer que haya un cielo, pero ojalá estuvieses en él.

lunes, 10 de octubre de 2016

Martes 11, y 13.

11 de octubre; 0:45.

Odio echarte de menos. Odio decir blanco por no saber si pudo ser negro. Odio pensar en esos sitios sin ti. Odio pensar en música sin tu base. Odio pensar en tu inteligencia y ver que ni en millones de años podría igualarte. Odio hacerme a la idea de que no eres para mí y te tuve en mis brazos. Odio haberte hecho creer un no que en el fondo era un rotundo sí. Odio no saber si andas, si bailas o vives, si cantas o lloras a las tres de la mañana, y no saber si tu memoria se ha olvidado de mí.
Después de unas lluvias, pienso y veo que hay charcos, ríos y mares, y odio no saber en qué me fui, y por dónde te volviste a tu casa.
Odio no haberte podido dar mi chaqueta favorita para que la quemases y te calentases esa noche. Odio todo de mí si ya no lo rozas, y ya no volverás aquí.
Este tornado, te haría una puerta para ti con tal de que entrases, y se ocuparía de no despeinarte.
Dormir en el suelo, pensando en ti, marcó veranos y eneros en pleno mayo con complejo de abril.
Odio ser marcada, sin la seguridad de haber marcado.
Siempre necesito hablarte, y la luna me dice que estoy loca, que hable con las estrellas que ella está harta de escuchar mis historias sobre ti.

sábado, 1 de octubre de 2016

Imagine.

Hoy te voy a describir, de la manera más triste, una canción bonita.
Y joder, qué difícil es no pensar en ti y eso que no estás.

Que un día sales a la calle, y piensas, que nada te gusta de ti; y que desaparecer y empezar de cero con todo si la vida me diese esa opción, resultaría un viaje bastante apetecible.
Que ya no sé escribirte bonito, porque no puedo hacerlo, porque no sé escribir, y porque la parte bonita la ponías tú.
Que dudo de quién soy cuando me miro al espejo; un día tan Blancanieves, con sus siete enanitos (y fijo que alguno era una enanita camuflada), con sus manzanas, las de las tres semanas en el frutero y las que brillan en Mercadona, fiel a los pájaros y amiga de la naturaleza; y otras veces tan el perro malo de cualquier película, que en el fondo su corazón no tiene esos colmillos como exteriormente tiene su boca, que hace daño porque nació así, de apariencia 'mejor no te acerques' y odiada por cualquier ser, por si se les pegan mis pulgas inexistentes.
Que ya no me apetece vivir porque tengo borrado el futuro, el presente muy negro, y no pienso en pasado por si acaso un día decide volver al punto 0 de la fila entre el -1 y el 2.
Pero no pienses que quiero saludar a la muerte de cerca, porque no quiero; y siento que esto suene tan serio, no lo veas así.
Que ya no quiero vivir en balcones, ni hablar con nadie en bancos, porque hace tiempo que nadie nunca viene.
Que ya no quiero leer a personas, porque no son libros, y en la sinopsis se esconden verdades que el libro no quiere enseñar.
Que el alcohol no te hace olvidar, pero sí matar al miedo, y con ello, disparamos a la vergüenza y a bailar.
Que por lo que ayer lloraba, hoy no río, pero me es indiferente. Y por lo que reía, hoy he puesto el silenciador, y pocos se atreven a quitarlo.
Que hoy soy piedra y mañana cristal roto de la luna que rompió aquel árbol; y seguramente, al siguiente día sea el rayo que marca el inicio de la decadencia del comienzo del fin.
Que no me canten los pájaros, que les pego un tiro con tal de vivir en la habitación del silencio basurero que proviene de la cama que se hace mal, y huele a colonia barata.
Que pienso en ti, y puf, me enciendes la vida; hasta que le soplo a la vela porque es mentira y de ilusiones se vive, pero mal.
Y que sí, que yo también prometí y me caí por un barranco que era yo misma, y sigo rodando, todos los días.