martes, 13 de marzo de 2018

Vino tinto, y se fue.

Voy a gritarle al mundo, hasta que tiemblen los pájaros que hay a tu altura...

- Me monté en un avión destinado a hundirse en el mar...

Me hundí, salí a la superficie y nadé, perdiendo los brazos por no frenar sus movimientos buscándote a ti, pero fuiste rescatado mucho antes de que yo notase el cambio de presión entre el fondo del mar y la brisa del exterior.

- Me embarqué en un barco destinado a imitar al Titanic...

Y no iba con Jack, pero sí me pintaron un cuento con un final abierto, sólo para mí; y flotando en lo alto, estábamos solos, el frío y yo, con la luz de la luna buscando la sombra del sol.

- Me subí a una moto, con las luces estropeadas, y en el camino más malo del medio del campo, aceleré...

Y escuché sirenas momentos después; me preguntaron por la moto, pero había desaparecido, y creyeron que inventé un dolor imaginario con e fin de recibir algo extra de atención.

- Y me fui, de todas las situaciones, porque salía sangrando, y ya no había transfusiones posibles para mí; hasta que me desangré, y ahí me quedé, hundida, tocada y frenada otra vez, sin luces, ni barco, ni alas, simplemente con mi piel, fría y sola, esperando por si querías volver, para hacerme polvo de nuevo, y sangrar de nuevo, otra vez.


Por ti, que después de tener mi vida en tus manos, quisiste ser musa de boquilla, cuando en verdad eras una mezcla entre tú mismo, Ares, Afrodita, Atenea y Lucifer.